jueves, 8 de octubre de 2009

20091002

DECEPCIÓN

Tras la inesperada derrota
surge la decepción.
Por fuera, la cara de idiota.
Por dentro, la frustración,
la sensación de obtener
una nula recompensa
ante tanta expectación.

Ya nada puede cambiar
el resultado definitivo...
Encima tienes que aguantar
perversas muestras de compasión:
“Lo importante era participar”
es el máximo consuelo que recibes
(pues eso, que se lo crea el rival).

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