viernes, 30 de enero de 2009

20090117

VER TELEVISION

Al séptimo día descansó.
Se quitó las zapatillas,
en el sofá se desplomó.

Alzó el mando con vigor,
notó que tenía el poder.
“¡Soy como un Dios¡”
Enunció con excitación.

Y encendió la televisión.

Estuvo un minuto entero
zapeando con el pulgar,
ojeó sesenta canales
antes de empezar a dormitar.

Al séptimo día descansó.
Un buen sofá y la tele delante

son el mejor sedante.

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