DESPIDO
La crisis lo agravó todo.
Su condena era inminente,
el despido improcedente.
Su biografía se escribía
casi toda en aquella fábrica decadente
de almas alimentadas por cuenta ajena,
de –ahora- muertos vivientes.
Habrá que hablar
con el sindicato de felones,
discutir de finiquitos
e indemnizaciones.
Combatir con buitres y hienas
que se reparten el pastel laboral,
a costa de famélicos asalariados,
y procuran sus barrigas llenas.
viernes, 27 de febrero de 2009
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